Cuatro hábitos que dañan tu vehículo

A menudo, en la vorágine del día a día, olvidamos que nuestro vehículo es generalmente una inversión a largo plazo y que pequeños malos hábitos pueden acortar su vida útil. No se trata sólo de que dure más tiempo, sino de que responda a tus necesidades… Y de ahorrarte unos cuantos desembolsos en reparaciones. Hoy te recordamos algunas “malas costumbres” que debes evitar para que tu coche dé lo mejor de sí por muchos años.

1. Baja presión en las ruedas de tu vehículo

Revisar la presión del aire de los neumáticos es una de esas tareas que solemos postergar y postergar. Sin embargo, esto tiene consecuencias: Con poca presión en las cámaras, el consumo de combustible aumenta, y también el desgaste del dibujo de la rueda. Llevar un neumático demasiado hinchado es igualmente dañino.

2. Punto muerto en las bajadas con tu vehículo

Contra lo que muchos creen, dejar en punto muerto tu vehículo cuando va en bajada no ahorra combustible y, además, supone perder un cierto control en la conducción. Aunque en pequeñas cantidades, el motor recibe carburante mientras se mueve al ralentí. En cambio, si dejas la marcha puesta y levantas el pie del acelerador, las ruedas, con su movimiento, mantendrán en funcionamiento la transmisión y el motor sin consumo de gasolina o gasoil.

3. Esperar a que se encienda la reserva del vehículo

Pocos hábitos peores que esperar a que se encienda la luz de reserva para repostar. Te recomendamos hacerlo cuando quede un 25% del depósito. En coches antiguos, las impurezas se acumulan en el fondo del tanque y, si apuramos, pueden llegar al motor, dañándolo a largo plazo. En casos extremos puede suceder que la bomba de inyección absorba aire, con el consiguiente daño para el vehículo.

4. No lavar el vehículo

Lavar el coche en exceso o con productos equivocados daña la pintura. Pero también es nocivo lo contrario: Si no limpiamos nuestro vehículo con asiduidad, el polvo, barro, arena y suciedad acumulados deterioran la superficie, terminan robándole el brillo. Nuestro consejo es lavarlo, en condiciones normales, una vez al mes. Ya sabes que hacerlo de manera manual es lo mejor. Y no olvides el interior, donde la suciedad puede atraer microorganismos indeseados.

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